Naturaleza y lógica militar del bombardeo de Gernika
(Version in English here.) El bombardeo de Gernika es un evento muy complejo. En este artículo he procurado dar respuesta a uno de los aspectos más críticos sobre el bombardeo, su naturaleza. Procuraré asimismo exponer una cuestión íntimamente ligada a la historia del bombardeo y de gran relevancia tal cual es el negacionismo producto de la política propagandística de la dictadura del general Franco -que negó de forma oficial que Gernika hubiese sido bombardeada- y del posterior reduccionismo historiográfico al que este hecho histórico continúa estando sujeto. Todo ello aporta una visión global bastante completa de la significación del bombardeo de Gernika en el contexto de la historia de los bombardeos de terror. El presente trabajo es una recapitulación de dos libros que han visto la luz después de más de seis años de investigación durante los cuales he recopilado, analizado y estudiado más de 12.000 documentos procedentes de diversos archivos vascos, españoles, franceses, británicos, norteamericanos e italianos y que, debidamente ordenada, catalogada y guardada se halla hoy en el Centro de Documentación del Bombardeo de Gernika (1).
El bombardeo de Gernika tuvo lugar el 26 de abril de 1937 entre las 16:20 y las 19:40. Fue obra de la Legión Cóndor, una unidad especial de la Luftwaffe al servicio del general Franco dirigida entre el 6 de noviembre de 1936 y el 31 de octubre de 1937 por el general Hugo Sperrle (2). El bombardeo fue organizado por el coronel Wolfram von Richthofen, jefe de estado mayor de la mencionada Legión entre enero de 1937 y octubre de 1938 (3). Si bien por el momento no existe evidencia documental que permita establecer el número exacto de aviones que participaron en el ataque, los datos de que disponemos indican que tomaron parte en el mismo 24 bombarderos y unos 19 cazas alemanes y 3 bombarderos y 13 cazas italianos (4). Esto supone un total de 59 aviones (27 bombarderos y al menos 32 cazas, algunos de los cuales realizaron más de un servicio aquel día sobre Gernika): un 20% de la aviación rebelde en el conjunto de la península ibérica en abril de 1937 (5). Todo ello constituye una fuerza de al menos 127 hombres, un mínimo de treinta y un italianos (6) y alrededor de noventa y seis alemanes (7). La edad media aproximada de las tripulaciones era de unos veintitrés años. A estos 59 aparatos hay que añadir los aviones de reconocimiento que volaron ese día sobre Gernika (al menos tres IMAM Romeo Ro.37 italianos de la base aérea de Logroño y un número indeterminado de aviones alemanes de las bases de Burgos y Gasteiz). Se lanzaron un total de entre 31 y 41 toneladas de bombas, una buena parte de ellas incendiarias, a consecuencia de lo cual el centro urbano de Gernika fue completamente arrasado, con un total de 271 edificios totalmente destruidos, lo que supone el 85,22% del total (tan sólo el 1% de los edificios no fueron afectados). Éste fue el bombardeo más destructivo de la guerra en Euskadi y el que mayor número de víctimas causó en un único ataque en el conjunto de la guerra, entre 1936 y 1939.
Si bien Gernika no fue la primera población en sufrir un bombardeo de terror, ya que existen al menos un millar de ciudades bombardeadas entre 1849 y 1936 (8), los avances que la ingeniería aeronáutica experimentó en el curso de la carrera armamentística de los años treinta, unido al hecho de que esta arma de guerra estaba ahora en manos de un régimen capaz de hacer uso indiscriminado de ella, hicieron posible por vez primera en el curso de la guerra de Euskadi que el mando alemán abrazara el objetivo de destruir completamente una población. Gernika fue por tanto la primera localidad objeto de un bombardeo concebido como experimento militar y, asimismo, la primera localidad en ser bombardeada a gran escala mediante el uso masivo de bombas incendiarias, utilizando una determinada mezcla de explosivos y de acuerdo con el plan de ataque que utilizaría la Luftwaffe en otras partes de Europa durante la Segunda Guerra Mundial, una combinación de Carpet Bombing (bombardeo de saturación) y Shuttle Bombing (bombardeo continuo mediante un tren de ataque aéreo). Este sistema consiste en bombardear masivamente un objetivo mediante una cadena ininterrumpida de grupos de bombardeo que a través de un corredor aéreo (carpet o alfombra) y en diversas oleadas van dejando caer su carga durante un prolongado período de tiempo. Mediante esta técnica se obtiene una mayor densidad de fuego sobre el objetivo, dado que el conjunto de la carga explosiva se lanza dentro de los márgenes de un estrecho corredor aéreo formado por tres o más aviones volando en formación de cuña (en V).
Con un promedio de 1.500 a 1.700 kilogramos de carga por bombardero, fueron lanzadas sobre el pequeño centro urbano de Gernika (de menos de 1 kilómetro cuadrado, menos de 0,38 millas cuadradas) en el que se hallaban entre 10.000 y 12.000 personas (9), entre 31.000 y 41.000 kilos de bombas. No era inusual ya que, por ejemplo, en el ataque al monte Montxetegi el 4 de abril, Richthofen había ordenado el lanzamiento de 60.000 kilos de bombas hasta –según apuntó en su diario– convertir aquel monte en un “horroroso mar de llamas y humo”. Tal como hemos apuntado, para que la devastación fuese completa se utilizaron sobre Gernika dos tipos de bombas, las explosivas, que agrietaron techos y paredes, y las incendiarias, cuyo líquido penetró a través de las grietas abiertas por las explosivas, quemándolo todo. Dado que los bombarderos podían cargar hasta 3.000 kilos de peso y, teniendo en cuenta que los portabombas Evelmag no podían cargar sino un máximo de unos 1.500 a 1.700 kg de bombas depositadas de forma vertical, Richthofen ordenó que se cargara el fuselaje de los bombarderos con cajas de bombas incendiarias que serían arrojadas sobre Gernika desde los aviones (10). Dado que no existen registros del número de bombas que se cargaron aquel día, resulta muy difícil calcular el número exacto de toneladas de bombas y la proporción de bombas incendiarias que utilizó Richthofen durante el ataque, la cual posiblemente exceda el 65%. En cualquier caso, el propio Richthofen afirmó en un informe interno enviado a Berlín en 28 de mayo de 1937 que se habían tirado sobre Gernika 31 toneladas de bombas (11). El informe, que fue hallado en Berlín por la profesora Schüler-Springorum y que me ha hecho llegar el profesor Ángel Viñas, es altamente reduccionista, haciendo referencia -por ejemplo- a 50 víctimas mortales en el ataque contra Durango cuando sabemos que en dicho bombardeo murieron más de 300 personas, la mayor parte de ellas civiles, por lo que la cifra de 31 toneladas debe ser considerada con cautela como la menor cantidad de bombas lanzadas. Es muy dudoso que el mando aéreo cargara los bombarderos con tan sólo la mitad de la carga que podían transportar (haciendo un total de 31 toneladas) y que luego ordenaran meter cajas de bombas para ser lanzadas desde los aviones a fin de elevar el número de bombas incendiarias. Por lo mismo, es muy difícil de creer que el mando aéreo enviara desde la base aérea de Soria tres bombarderos con la carga que podía transportar uno solo, sobre todo teniendo en cuenta que no había presencia de cazas enemigos. Por éstas y por otras razones, la carga total de bombas lanzadas estará muy probablemente más cerca de las 41 toneladas (12).
Concretamente, el ataque se llevó a cabo de acuerdo con el siguiente esquema:
- Un escuadrón de cazas Heinkel He51 compuesto por siete aviones partieron de Gasteiz al mediodía para ametrallar y bombardear con granadas las zonas de alrededor de Munitibar y Gerrikaitz (a menos de un minuto de vuelo de Gernika), donde encontrarían unidades de gudaris en retirada (13). Este escuadrón de combate sobrevoló y ametralló el extrarradio de Gernika durante toda la mañana, a partir de las 10:00 am, actuando en un radio de 20 km alrededor de Gernika. Pero los ataques se recrudecieron a partir de las 13:00 horas y perduraron hasta entradas las 15:00.
- Cuando cesaron los ataques sobre las zonas de Munitibar y Gerrikaitz, hacia las 16:15, un caza Heinkel He51 bombardeó el centro urbano de Gernika, soltado las seis bombas de 10 kilos que transportaba. En efecto, fue un biplano Heinkel He51 el avión que lanzó la primera bomba sobre Gernika, cerca de la estación de tren, muy cerca de la iglesia de San Juan, tal como atestiguó el gudari Jose Ramon Urtiaga, que se hallaba junto con el gudari de Gernika Antxon Zabalia sobre Burgogana, una elevación de escasos 190 metros sobre el barrio de Ajangiz, quien vio a este caza lanzar las primeras bombas sobre la estación “desde arriba” (dicho de otro modo, aquel caza descendió por debajo de los 200 metros para lazar sus bombas). Lo mismo testificó Faustino “Basurde” Pastor, quien disparó su ametralladora Skoda a dicho avión, sin éxito, ya que al disparar hacia arriba se encasquillaba. Es importante subrayar que dichas bombas no fueron lanzadas contra el puente de Errenteria, sino en pleno centro de la localidad.
- Pocos minutos después tres aviones del escuadrón experimental de bombardeo VB/88, un Dornier Do17 y dos Heinkel He111s, partieron de Burgos dirigidos por Rudolf von Moreau (14). Moreau se aproximó por el este (desde el monte Oiz) y dejó caer una serie de bombas de 50 kilos contra la iglesia de San Juan y calles adyacentes (15). Los dos Heinkel 111 sobrevolaron Gernika de este a oeste, bombardearon la plaza de la estación de ferrocarril (Geltoki Plaza) y el centro de la localidad (16). Según la mayoría de los testigos oculares estos bombarderos fueron escoltados por cazas, muy probablemente por los cinco cazas Fiat CR.32 dirigidos por el teniente Corrado Ricci que volaron sobre Gernika y las áreas circundantes durante aproximadamente una hora y media (de 16:20 a 18:00) (17).
- Inmediatamente después, tres Savoia Marchetti SM.79 del Escuadrón 280 partieron de Soria al mando del capitán Castellani, probablemente escoltados por los Fiat C-32 que habían partido de Gasteiz (18). Llegaron a Gernika hacia las 16:30, después de que von Moreau ya había bombardeado la localidad (19), y dejaron caer la segunda carga de bombas en la estación de tren y zonas inmediatamente adyacentes (aprox. 36 bombas de 50 kilogramos) aterrizando de vuelta en Soria hacia las 17:05 (20). La escuadrilla experimental de Moreau atacó en dirección este-oeste porque no temía que su presencia fuera alertada por los sistemas de vigilancia colocados en las puntas de los montes de los alrededores. De hecho, el objetivo de este primer ataque era empaquetar a las personas en el centro de la localidad. La reacción lógica de los supervivientes tras este ataque, similar al que habían sufrido otras poblaciones vascas hasta entonces, fue el de acudir al centro urbano para rescatar a los supervivientes y procurar apagar los incendios.
- En este momento una escuadrilla de cazas Heinkel He51 compuesta por cerca de siete aviones dirigidos por Oberleutnant Harro Harder despegó de Gasteiz con la misión de ametrallar a los supervivientes y mantenerlos dentro del centro urbano, dentro del perímetro de fuego (21). Probablemente, el escuadrón de cazas compuesto por Messerschmitt BF109, dirigido por el teniente coronel Günther Lützow, despegó de Gasteiz un poco más tarde, a eso de las 17:45, justo a tiempo para acompañar a las primeras oleadas de bombarderos Junker Ju52. De acuerdo con la mayoría de los testigos oculares, los cazas volaron muy bajo y ametrallaron a civiles tanto en la población como en las afueras durante los intervalos entre los ataques de los bombarderos (de 17:15 a 18:15) (22). Un segundo grupo de cazas compuesto de cinco Fiat CR.32 al mando del comandante Viola voló sobre Gernika durante aproximadamente una hora desde alrededor de las 18:15 a probablemente las 19:30.
- Partiendo de Burgos, los tres escuadrones de bombarderos K/88 de Junker Ju52, compuestos de un mínimo de siete bombarderos cada uno y dirigidos por Karl von Knauer, Hans Henning von Beust y Ehrhart Krafft von Dellmensingen, se acercaron a Gernika desde el norte, desde el mar, sin ser detectados, alrededor de las 18:15. En este caso los grupos de bombardeo dieron un rodeo evitando ser observados para tomar a la población desprevenida ya que, tras dos horas de bombardeo, nadie esperaba esta nueva y masiva oleada de bombardeo. Volando en una formación de tres en fondo y abarcando un corredor aéreo de unos 150 metros de ancho, a una distancia entre ellos de unos 1.200 metros, y volando tan bajo como a 600 u 800 metros de altura (23), los veintiún Junker Ju52 agrupados en siete grupos bombardearon, grupo tras grupo, el centro de Gernika. Después de haber descargado completamente su carga tras varios pases sobre la localidad, los atacantes regresaron a la base aérea de Burgos.
- Los Heinkel He51 y muy probablemente también los Fiat CR.32 ametrallaron el área, dejando caer asimismo las últimas bombas de 10 kilos y, aproximadamente a las 19:40, los últimos cazas abandonaron Gernika completamente destruida y en llamas.
En líneas generales el bombardeo de Gernika respondió al siguiente esquema lógico:
- Un primer ataque en dirección oeste-este, a pequeña escala, alertó a la población que corrió a los refugios y permaneció en ellos por espacio de unos cuarenta minutos. La mayor parte de la gente reaccionó, como es lógico, acudiendo en socorro de los heridos e intentando sofocar los focos de incendio.
- Inmediatamente después del primer bombardeo, los cazas acudieron y obligaron a permanecer a la población en el perímetro de la localidad o en los refugios mediante el ametrallamiento aéreo y mediante el lanzamiento de bombas de 10 kilos.
- Un segundo bombardeo, a gran escala, en sucesivas olas, a través de un mismo corredor aéreo de unos 150 metros de ancho, barrió la villa de norte a sur, que comenzó a arder masivamente.
- Tras un breve intervalo, los supervivientes intentaron escapar del centro urbano, por lo que los cazas se aseguraron de que permanecieran dentro del perímetro de fuego de la localidad, y que aquellos que no hubiesen muerto ametrallados o por las deflagraciones, murieran incinerados o por asfixia, o perdieran la vida bajo los escombros, ya que las altas temperaturas provocaban en el epicentro de la villa una gran carencia de oxígeno.
En el caso de que la localidad hubiese sido un objetivo militar, y los civiles, los heridos o los refugiados, hubiesen sido soldados, mediante el ametrallamiento se habría logrado mantenerlos dentro del perímetro de fuego de la villa, lo cual, a su vez, habría permitido a la infantería avanzar sin obstáculo y tomar rápidamente las ruinas de la población por asalto, sin encontrar apenas resistencia. Pero se trataba de un ensayo y tal como escribió Richthofen en su diario de guerra, el ataque constituyó un gran “éxito técnico”, ya que Gernika fue completamente destruida y durante las tres horas largas que duró el ataque se consiguió mantener al grueso de la población inmóvil, dentro del perímetro de fuego de la localidad, ocasionando un altísimo nivel de destrucción material y un gran número de bajas humanas. Esta misma técnica sería utilizada por la Luftwaffe en Varsovia y –con algunas variaciones, como la utilización de tropas paracaidistas de asalto- también en Rotterdam. El propio Richthofen dirigió alguno de los grupos de ataque contra Varsovia, que fue bombardeada siguiendo el mismo esquema que en Gernika, pero a una escala pasmosamente mayor.
El de Gernika es uno de los primeros bombardeos de larga duración registrados hasta la fecha. La localidad fue bombardeada por tres oleadas sucesivas de bombarderos y aviones de caza durante casi tres horas y media, sin apenas interrupción. Richthofen aplicó la técnica de bombardeo táctico que se venía experimentando en la línea de frente desde el comienzo de la campaña de primavera en el frente vasco a una localidad, convirtiendo un bombardeo táctico en uno de terror. Ello explica que, un día después del bombardeo los mandos de los tres ejércitos aliados, español, alemán e italiano, pidiesen al gobierno vasco la rendición de sus tropas. La idea era que semejante bombardeo minaría la moral del mando republicano en Euskadi. No fue así. Por otro lado, Georing consiguió convencer a Hitler de que los bombardeos de saturación sobre poblaciones abiertas eran el arma más esencialmente nacional-socialista, el verdadero martillo de Thor. Un arma, por otra parte, que tan sólo estaba en manos de la Luftwaffe: tan sólo la fuerza aérea era capaz de destruir una ciudad alejada de la costa y de las líneas de frente. El bombardeo de Gernika en particular y, en general los bombardeos aéreos sobre naves y unidades de tierra en general, permitieron a Goering ascender hasta convertirse en el segundo hombre fuerte del Reich al convencer a Hitler que la aviación era el arma que decidiría “la próxima guerra”, la Segunda Guerra Mundial.
Gernika 1937, un bombardeo de terror
Tras tres horas y media de bombardeo y tras haber lanzado entre 31 y 41 toneladas de bombas, el supuesto blanco principal del bombardeo, el puente de Errenteria, de 20 metros de longitud, no fue ni tan siquiera tocado. Más aún, algunos de los principales testigos del bombardeo se protegieron durante el bombardeo precisamente bajo este puente. Jesús Salas y Ferdinando Pedriali han apuntado que si bien el puente de Errenteria era en efecto el objetivo principal de la aviación nacional, debido a las limitaciones técnicas propias de los aviones de aquella época, no es extraño que los bombarderos erraran el tiro (24). De hecho, de acuerdo con Salas, de un total de 32 impactos de bombas de gran tamaño registrados en Gernika, 27 distaban más de 250 metros del puente (25). Estos autores afirman que los bombarderos lanzaron sus bombas desde las astronómicas alturas de 3.800 metros cuando el propio Richthofen afirmó en mayo de 1937 que Gernika se había bombardeado a una altura de entre 600 y 800 metros.
Si bien las fuentes oficiales franquistas y alemanas negaron que Gernika hubiese sido bombardeada, algunos medios militares filtraron la noticia del ataque, haciéndolo pasar por un bombardeo estratégico cuyo objetivo sería destruir el puente de Errenteria, de alrededor de 20 metros de longitud y escasamente 10 metros de ancho (26). Estos informes responden a la necesidad diplomática de dar una explicación frente al llamamiento de las democracias occidentales y al impacto internacional que tuvo el bombardeo, cuya noticia cubrió los editoriales, primeras páginas y columnas de cientos de rotativos en Europa y América. Éste es el caso del informe de Richthofen a Kindelán, firmado en Burgos el 9 de agosto de 1937, el cual se encuentra plagado de falsedades. En un alarde de cinismo, Richthofen afirmó que se lanzaron bombas incendiarias a modo de señal, a fin de indicar a la infantería la terminación del bombardeo así como para indicar la orden de avance a las fuerzas de infantería (que se encontraban a unos 20 kilómetros de distancia por lo que no se hallaban en posición de tomar Gernika ni de ver esas supuestas señales). Igualmente afirmó que se lanzaron tres bombarderos rápidos sobre la población durante largo tiempo (en referencia a la primera fase del bombardeo dirigida por Moreau), volando a alturas medias, para “prevenir al vecindario” y que tan sólo posteriormente arrojaron sobre los objetivos sus bombas “con bastante buena puntería”. Todo ello unos 45 minutos antes del ataque general (27). Richthofen afirmaba a continuación que los observadores de estos aviones dieron la noticia de que Gernika ardía con gran intensidad en diferentes puntos, antes del primer bombardeo alemán, dando a entender que los nacionalistas vascos habían incendiado la localidad y que, a causa de la humareda provocada por dicho fuego, cuando el grueso de la formación de Junker Ju52 bombardeó la localidad “era bastante dificultoso observar los blancos desde arriba” lo que explicaría por qué no derribaron el puente. Para concluir, Richthofen afirmaba literalmente que, días después de la ocupación de Gernika por las tropas nacionales, “la ciudad fue bombardeada hasta cuatro veces por la aviación roja y cañoneada asimismo durante bastante tiempo por la artillería roja”. Y rubricó: “la cantidad insignificante de bombas propias caídas dentro de la ciudad no pueden de ninguna manera haber producido la destrucción encontrada en la ciudad” (28). Como conclusión, Richthofen aseguró que la destrucción de Gernika se debía fundamentalmente a los incendios provocados por los republicanos y que no existían fotografías. Sin duda Richthofen mentía impúdicamente, a sabiendas de que el general Kindelán, jefe del aire del bando golpista, era conocedor de que el gobierno vasco no disponía de aviones y menos aún de bombarderos en la zona. Todo ello hace pensar que se trata de un documento dirigido a terceros, probablemente autoridades civiles o militares de gobiernos implicados en el sistema de no intervención.
De acuerdo con el informe de Richthofen, firmado tres meses después del ataque, esto es, una vez que el incidente ya se había convertido en un acontecimiento de impacto internacional, la orden de ataque especificaba que la localidad de Gernika “debía ser respetada”. Algo semejante refleja la orden de ataque a las unidades italianas de Soria (Ordine d’operazione No 48), que establece que el objetivo es el puente de Errenteria y subraya literalmente que “el pueblo, por evidentes razones políticas, no debe ser bombardeado (29)”. Es ciertamente difícil encontrar ejemplos de órdenes semejantes en las que se subraye de forma tan contundente la necesidad de respetar una población. Resulta asimismo en extremo sospechosa la referencia a las “evidentes razones políticas”, fueran éstas las que fueran, ya que nadie sospechaba el 25 de abril de 1937 que el bombardeo de Gernika fuera a convertirse en cuestión de días en un acontecimiento de calado internacional. Finalmente, a la luz de lo que realmente aconteció –la localidad fue arrasada y el puente no fue ni tan siquiera tocado– y teniendo en cuenta que los testigos del bombardeo vieron a los bombarderos italianos dejar caer sus bombas en pleno centro de la localidad, es preciso aceptar que existen indicios para sospechar que dicha orden pudo haber sido redactada o modificada con posterioridad a los hechos.
Pete T. Cenarrusa, promotor del hermanamiento entre Boise y Gernika, piloto e instructor de pilotos de guerra durante la Segunda Guerra Mundial, experto en bombardeos en picado y, familiarizado con el uso de los bombarderos de aquella época, ha afirmado tajantemente, tras haber observado la localización y dimensiones del actual puente de Errenteria y haber estudiado la estructura del antiguo, que un objetivo estático como el viejo puente de Gernika podía perfectamente ser alcanzado con una bomba de 250 kilos mediante un bombardeo en picado como los que él realizó pilotando su poco maniobrable Curtiss SB2C Helldiver:
Como piloto de Curtiss e instructor de bombardeos en picado, doy fe de que la destrucción de un objetivo militar estático de las dimensiones del puente de Errenteria requiere de un único avión de ataque a tierra, diseñado para realizar bombardeos en picado como el Junker Ju87 Stuka o el Henschel 123, modelos a disposición de la Legión Cóndor desde el verano de 1936. La cantidad de aviones envueltos en el bombardeo de Gernika, la formación de vuelo que adquirieron, así como la mezcla de explosivos lanzados sobre la localidad, el ametrallamiento constante de la población y el hecho de que se utilizaran bombas incendiarias –sumado al gasto que supone la movilización de dicha fuerza aérea– permiten asegurar que el objetivo no fue el mencionado puente de Errenteria y que, en consecuencia, no se trató de un bombardeo estratégico sino de un bombardeo de terror cuya finalidad era la destrucción masiva de la localidad (30).
Es sabido que la Legión Cóndor disponía a principios de 1937 de los efectivos Junker Ju87-A Stuka y de Henschel 123 y que Richthofen estuvo familiarizado con ellos. Tal como afirma Cenarrusa, estos aviones estaban diseñados para destruir blancos estáticos, como puentes o posiciones defensivas, y blancos dinámicos aún más pequeños, como tanques (31). No existe un ejemplo en el curso de la Segunda Guerra Mundial (ni antes, ni después) de intento de destrucción de un puente como el de Errenteria mediante la utilización de semejante técnica de bombardeo y derroche de medios técnicos. Es, simplemente, irracional pretender destruir un puente mediante el ametrallamiento aéreo. Más aún, los únicos tres bombarderos de las bases de Burgos y Gasteiz que Richthofen decidió no utilizar fueron precisamente cuatro Henschel 123, específicamente diseñados para estos fines (32).
Si el ataque se produjo en efecto con la intención de volar un puente, habría que explicar por qué tal cantidad de toneladas de explosivo, el uso tan abundante de bombas incendiarias, la formación de vuelo adoptada por los bombarderos, la acumulación de cazas y el ametrallamiento de la población civil durante más de tres horas. Más aún, habría también que explicar por qué Alfons Kössinger y otros miembros de la Legión Cóndor han afirmado que se les ordenó un estudio exhaustivo de las ruinas, incluyendo fotografías aéreas (33). Se les ordenó asimismo retirar todas las pruebas, lo cual incluye, lógicamente, los cadáveres. Y mantener el más absoluto silencio o, incluso, negar los hechos (34). Habría que explicar asimismo por qué el gobierno español negó durante décadas que Gernika había sido bombardeada (35). Todo ello indica, mucho más allá de cualquier duda razonable, que en efecto se trató de un experimento de guerra: un bombardeo de terror. En cualquier caso y, con independencia de la motivación, aplastar una población con tres hospitales de guerra y miles de refugiados, la mayoría civiles, durante tres horas, a fin de obstruir el paso de las tropas a través de un puente, constituye una atrocidad.
Tal como apuntó en su diario, Richthofen creía que la misión fundamental de la Luftwaffe en el campo de batalla no era exclusivamente, como a menudo expresó Mola, bombardear las líneas del frente, ya que muchos de los objetivos primarios de la guerra dependían en realidad de posiciones en la retaguardia. El coronel apuntó en su diario que uno de los cinco objetivos básicos de las incursiones aéreas era destruir la moral del enemigo mediante el bombardeo de la población. La doctrina de guerra total conceptuada por el autor italiano Gulio Douhet en su obra Il dominio dell’aria (1921) fue adaptada y desarrollada por el régimen alemán entre 1933 y 1944. De hecho, el mayor Hellmuth Felmy, jefe de la oficina del aire de la Reichswehr antes de la creación de la Luftwaffe, condenado en Nuremberg por crímenes de guerra, ordenó a Richthofen que estudiase los conceptos de guerra aérea del general Douhet. Richthofen estuvo finalmente destinado en Italia por dos años y medio como agregado de la fuerza aérea alemana entre 1929 y 1932 (36). En virtud de esta doctrina, en el curso de un conflicto armado es preciso ponerlo todo a disposición del ejército y, a un mismo tiempo, llevar la guerra a la retaguardia, sobre la población civil, que forma parte, potencial o materialmente, de la mano de obra de que se nutre el frente. Tal como expresara Stanley Baldwin en el parlamento británico en 1932, en vista del programa político del partido nazi y del expansionismo de los regímenes italiano y japonés, “creo que es bueno que el hombre de la calle se dé cuenta de que no hay ningún poder sobre la tierra que le pueda proteger de ser bombardeado. A pesar de cuanto puedan contarle, el bombardero siempre conseguirá alcanzarlo (…). La única defensa es el ataque, lo que significa que es preciso matar a más mujeres y niños y más rápidamente que el enemigo si se quiere sobrevivir (37)”. Un bombardeo de terror es pues un ataque sobre un objetivo cuyo fin –al margen de su valor estratégico– es causar el mayor nivel de destrucción material y el mayor número de víctimas posible, a fin de quebrar la moral del enemigo y provocar su rendición. Algo que Richthofen conocía, y tenía anotado en su diario de guerra y que llevaría a cabo en repetidas ocasiones en el curso de la Segunda Guerra Mundial siguiendo el mismo esquema de ataque ensayado en Gernika.
A pesar de no haber tocado el puente, de no haber logrado avanzar con determinación en dirección a Gernika y, en consecuencia, de no haber logrado cercar a los batallones de gudaris, dicho de otro modo, a pesar de no haber alcanzado ni uno solo de los supuestos objetivos estratégicos del bombardeo, Richthofen apuntó en su diario que el bombardeo había constituido un gran “éxito técnico”. Paralelamente, sorprende la actitud que adoptó Richthofen tras este aparente fracaso. Sería presumible que un comandante, después de haber constatado que el puente no había sido destruido y que el supuesto plan inicial no se cumplía, tomara ciertas iniciativas a fin de lograr corregir los errores que se podían haber cometido el día 26 y lograr en consecuencia dichos objetivos el día 27. Pero, tal como registró de su puño y letra en su diario de guerra, las unidades avanzaron con calma, muy lentamente y con poca energía sobre Gernika y, rubricó Richthofen, después de comer decidió ir a dar un “bonito paseo” por la costa de Deba y terminar el día dedicando la tarde a jugar a las cartas con Sperrle y el coronel Erwin Jaenecke en la pintoresca localidad vasca de Zarautz.
Consecuencias materiales del ataque
El bombardeo de Gernika fue rotundamente negado por las autoridades de los gobiernos implicados en el ataque, esto es, el gobierno español liderado por el general Franco, y los regímenes alemán e italiano. El gobierno español mantuvo oficialmente que Gernika había sido quemada por los propios vascos (y/o dinamitada por los asturianos) hasta la muerte del dictador en 1975. Esta larga etapa de negación de los hechos históricos ha dado lugar a que el bombardeo de Gernika sea un caso paradigmático de negacionismo y, más tarde, de reduccionismo historiográfico. No hay un simple dato de la historia del bombardeo que no esté sujeto a polémica, por ejemplo, quién dio la orden de ataque, cuál era el objetivo y cuál la naturaleza del bombardeo, cuántos aviones participaron, cuántas bombas se lanzaron, cuántas víctimas causó el bombardeo y, por último, cuál fue el nivel de destrucción material.
En este sentido todavía hay historiadores que defienden que el bombardeo fue planeado y ejecutado por los mandos italianos y alemanes sin conocimiento de los generales españoles Franco, Emilio Mola o Alfredo Kindelán (algo difícil de creer si tenemos en cuenta que se utilizó el 20% del conjunto de los aviones disponibles por el mando rebelde español en el conjunto de la península ibérica), que el objetivo del bombardeo era el puente de Errenteria o, en su defecto, obstruir el paso de las tropas vascas en retirada a través de Gernika; que el 26 de abril no se celebró el mercado en Gernika o que acudió poquísima gente al mismo; que el número de aviones que participó en el ataque era de un máximo de 39; que se lanzaron un máximo de 28 toneladas de bombas; que el número de víctimas mortales se sitúa entre una docena y 126 o, en el peor de los casos, que no supera los dos centenares y, que el nivel de destrucción material fue de en torno al 71% de los edificios de la localidad. Sin excepción, todos estos datos contradicen las evidencias materiales de que disponemos y, más aún, en la mayor parte de los casos se sustentan en la omisión o desacreditación de las evidencias documentales que sí poseemos.
Veámoslo con un ejemplo. La primera edición de la obra de Jesús Salas, titulada Guernica, vio la luz en 1987 (38). Ésta ha sido la fuente de un gran número de obras de marcado carácter reduccionista durante las últimas décadas. En dicha obra Salas defiende que, dado que no existe una orden escrita por el general Franco ordenando bombardear Gernika, aquél no sabía nada del bombardeo. Extiende dicha lógica a los generales Emilio Mola, jefe del ejército del norte, y al general Alfredo Kindelán, jefe del ejército del aire rebelde. Afirma que fue un bombardeo planeado y ejecutado por alemanes e italianos, si bien el autor evita mencionar que tampoco existe una orden escrita de los mandos alemán o italiano ordenando destruir Gernika. Es simplemente inadmisible admitir que el ejército rebelde concentrase durante tres horas y media sobre un único punto el 20% de los aviones disponibles en el conjunto de la península ibérica y que el alto mando y el jefe de la aviación no fueran informados (39). Sabemos, además, que la mañana misma del bombardeo Richthofen se reunió con el coronel Juan Vigón, jefe de estado mayor de las brigadas navarras del ejército del norte, para ultimar los detalles de las operaciones de dicho día, entre ellas el bombardeo de Gernika. Salas afirma que el mercado se celebró tan sólo por la mañana y que acudió muy poca gente (40), en manifiesta contradicción con las decenas de testimonios que tenemos de lo contrario, que afirman que cuando dio comienzo el bombardeo había en Gernika entre 10.000 y 12.000 personas y que hubo en Gernika aquel día más gente que la habitual en días de mercado (41).
Salas apunta en su obra que fueron 39 los aviones que participaron en el bombardeo (42). No obstante, al hacer la relación del bombardeo cita 54 aviones. La razón es que Salas no incluye en la nómina de los aviones que atacaron Gernika la primera escuadrilla de Heinkels He51 dirigida por Harro Harder con el argumento de que no atacaron Gernika en sí mismo, el centro urbano, sino que actuaron en los alrededores de Gernika, en el extrarradio inmediato de la villa. Con idéntico razonamiento, no incluye los cinco Fiats Cr.32 dirigidos por Corrado Ricci que según el parte “realizaron un vuelo sobre el frente de Durango”, a menos de un minuto de vuelo de Gernika. Podríamos pensar que el autor no tenía suficientes datos de archivo en 1987, pero en la edición de su obra de 2012 repite la misma idea con los mismos datos e idénticas reflexiones, a pesar de que la bibliografía en este campo se ha engrosa notoriamente en estos últimos 25 años (43). Salas afirma que se lanzaron un total de 28,22 toneladas de bombas (44)ignorando completamente –esto es, sin mencionar- en la edición de su obra de 2012 el documento que el propio Richthofen rubrica afirmando que se lanzaron 31 toneladas de bombas sobre Gernika. Salas menciona que el 71% de los edificios fueron totalmente destruidos (y que, además, un 7% fueron gravemente dañados) (45). El autor basa su dato en un informe propagandístico realizado por las autoridades del régimen franquista conocido por Informe Herrán que fue publicado en inglés para ser distribuido en el Reino Unido y cuya conclusión es que Gernika fue quemada por los propios vascos. En este caso, el autor obra aún más alevosamente cuando, citando el informe del arquitecto Gonzalo Cárdenas, responsable de la entidad encargada de la reconstrucción de Gernika conocida como Regiones Devastadas, cita que fueron un total de 271 los edificios completamente destrozados. Dado que Cárdenas cita que en Gernika había 318 edificios y dado que 271 edificios totalmente destruidos constituye el 85,22% de 318 y no el 71%, Salas incluye en el cómputo total de los edificios de Gernika los edificios de los pueblos y barrios de los alrededores de Gernika, hasta acrecentar el total de edificaciones a alrededor de 364, logrando así una cifra cercana al 71%, el 74,4%. Cualquiera que consulte los planos de Regiones Devastadas en el archivo del Centro de Documentación de Gernika verá por escrito y podrá comprobar en los planos anejos que los edificios de Gernika en 1937 eran 318, y no 364 (o incluso 492, como también aventura Salas en su obra al añadir los edificios de toda la comarca de Gernika). Más aún, el propio Salas apunta en su obra que, a la vista de los datos del catastro, los edificios de Gernika eran 314 en 1930 (46).
Tal vez el caso más dramático de negacionismo o reduccionismo del que sigue siendo objeto la historia del bombardeo de Gernika sea el del número de víctimas mortales. El Gobierno de Euskadi registró 1.654 víctimas mortales entre abril y junio de 1937, si bien calculó que el número de las personas que perdieron allí la vida superaba las 2.000 pero que, dado que la villa había caído en manos del enemigo el 29 de abril al mediodía, no habían tenido tiempo de hacer un registro completo. 38 personas que estuvieron en Gernika durante el bombardeo o los días posteriores, muchas de ellas colaborando en las labores de recogida y cómputo de los cadáveres, y que dieron sus testimonios en aquel momento, de forma independiente y sin censura, testificaron que en Gernika habían perdido la vida más de 1.000 personas, con excepción de George Steer que cifró las víctimas en 800. José Labauria, el alcalde de Gernika y Eusebio Arronategi, sacerdote de la localidad, que estuvieron en Gernika durante el bombardeo y los días posteriores, computaron más de mil muertos, a la espera de que el desescombro de la localidad permitiera más hallazgos. Otro testigos oculares de los hechos, como el reputado periodista británico Noel Monks, reportero del Daily Express, escribieron y rubricaron de su puño y letra que habían “visto” cientos de cadáveres. Otro periodista, Keith Scott Watson, corresponsal del rotativo The Star y del Daily Herald, lo corroboró. Cuando el general rebelde Queipo de Llano negó que Gernika hubiera sido bombardeada y acusó a Monks de “borracho”, el director del Daily Express ordenó a Monks que volviera a Gernika al día siguiente (27 de abril), y así lo hizo. Y Monks rubricó, “acabo de volver de Guernica. Puedo jurar que los aviadores alemanes de Franco bombardearon Guernica, matando mil paisanos. (…) Vi cuerpos en los campos, alcanzados por balas de ametralladoras. (…) Volví a Guernica al amanecer. Vi 600 cadáveres. Enfermeras, niños, labriegos, ancianas, niñas, ancianos, bebés. Todos muertos, destrozados y mutilados (47)”. Tal como constataron todos los reporteros que volvieron a Gernika, Bruno Mendiguren les aseguró que sus escritos no serían censurados (48). No sólo escribió el artículo, sino que pidió que se reprodujera su firma, de puño y letra, en el mismo artículo. A estos 38 testimonios, que representan el 100% de los testimonios que hasta el momento tenemos, se unen cientos de testimonios más tardíos, y miles de artículos de prensa y otros registros que se han hecho eco de la cifra dada por el gobierno vasco. Los únicos documentos contemporáneos a los hechos que desmienten esta cifra son los procedentes de fuentes controladas por los regímenes involucrados en los hechos.
Pero Salas piensa de otro modo. Calcula el número de víctimas mortales en virtud del mencionado Informe Herrán y en los registros del gobierno rebelde tras la captura de Gernika. Dado que, según el autor, no se han registrado más de 120 decesos, calcula que murieron alrededor de 120 personas (49). No menciona ninguno de los 38 testimonios, no menciona la cifra dada por el gobierno vasco, llama al alcalde de Gernika “tremendista” y, del reportero George Steer dice que estaba “dotado de una imaginación desbordante y una pasión pro vasca y antiespañola fuera de toda medida”. En ninguno de los casos procura probar sus epítetos. Tampoco menciona que las autoridades rebeldes no iniciaron las labores de desescombro del centro urbano de la villa hasta febrero de 1939 y que, a finales de 1941, cuando después de haber recogido más de 60.000 m3 de escombro durante tres años de trabajo todavía no se había terminado de desescombrar el centro urbano, el nuevo régimen no había registrado ni un solo deceso. Ni lo haría nunca. Salas obvia asimismo mencionar que tenemos evidencias de que las autoridades del régimen procuraron borrar cualquier registro de los decesos, llegando incluso a arrancar las páginas del libro de registros del juzgado de Gernika –y de otros libros- que contenían algunos de los nombres de los fallecidos (50).
Salas dedica al cómputo de víctimas mortales de Gernika escasamente cuatro páginas (51). Sobre esta base han fundado otros autores sus cálculos, citando o sin citar a Jesús Salas y, por descontado, sin citar ninguna de las fuentes historiográficas originales con las que contamos, ni ninguno de los testimonios. Nadie ha demostrado que el registro dado por el gobierno vasco fuese erróneo o que los 38 testimonios directos que hemos mencionado fuesen falsos o inválidos. Peor aún, ni tan siquiera se ha intentado hacer tal cosa. Pero si, como curiosidad, consultamos los artículos sobre el bombardeo de Gernika que se hallan en Wikipedia, vemos que casi todos se hacen eco de la cifra de 120 a 250 muertos, citando como toda referencia unos pocos artículos de prensa… Más aún, veremos que la versión en inglés y en lengua vasca al menos mencionan el registro dado por el gobierno vasco de 1.654 víctimas mortales mientras que las versiones en castellano o alemán no se mencionan sino en el interior del capítulo y se dan por erróneas sin apenas explicación y citando, en el mejor de los casos, fuentes periodísticas.
Una triste lección de reduccionismo y un tremendo castigo para las víctimas de aquella atrocidad (52).
Xabier Irujo Ametzaga enseña en el Centro de Estudios Vascos de la Universidad de Nevada en Reno.
NOTAS
1. El lector interesado en este hecho podrá asimismo consultar dos obras de este autor, Irujo, Xabier, El Gernika de Richthofen. Un ensayo de bombardeo de terror, Gernikako Bakearen Museoa Fundazioa/Gernika-Lumoko Udala, Gernika, 2012. 648 pp. ISBN: 978-84-936190-5-3. Y, Irujo, Xabier, Gernika 1937: The Market Day Massacre, Nevada University Press, Reno, in press.
2. Richthofen hace referencia a Sperrle con el pseudónimo de “Sander”. La Legión estuvo al mando de Helmuth Volkmann (1889-1940) entre el 1 de noviembre de 1937 y el 1 de octubre de 1938 y bajo el mando del coronel Wolfram von Richthofen desde el 1 de noviembre de 1938 hasta el fin de la guerra en abril de 1939.
3. El jefe de estado mayor fue Alexander Holle hasta el 20 de enero de 1937 y, posteriormente, von Richthofen hasta el 1 de noviembre de 1938.
4. Para una descripción detallada de los contingentes que tomaron parte en el ataque ver, Irujo, Xabier, El Gernika de Richthofen: Un ensayo de bombardeo de terror, Gernikako Bakearen Museoa Fundazioa / Gernika-Lumoko Udala, Gernika, 2012, pp. 151-152.
5. Irujo, Xabier, El Gernika de Richthofen: Un ensayo de bombardeo de terror, Gernikako Bakearen Museoa Fundazioa / Gernika-Lumoko Udala, Gernika, 2012, pp. 163-166.
6. La tripulación media de un Savoia Marchetti SM.79 era de seis y los cazas estaban manejados por un único piloto.
7. La tripulación media de un Dornier Do17 era de cuatro hombres, la de un Heinkel 111 de cinco y de tres la de los Junker Ju52. Los cazas estaban pilotados por una única persona.
8. Los primeros bombardeos tuvieron lugar desde aerostáticos y, de hecho, la primera legislación internacional sobre la prohibición de bombardear poblaciones desde el aire data de 1899, concretamente se trata de la cláusula inserta en la sección cuarta de la Convención de la Haya de 1899.
9. Para consultar lo relativo al número de habitantes de Gernika y el número de personas en la villa la tarde del 26 de abril de 1937 ver, Irujo, Xabier, El Gernika de Richthofen: Un ensayo de bombardeo de terror, Gernikako Bakearen Museoa Fundazioa / Gernika-Lumoko Udala, Gernika, 2012, pp. 95-96.
10. Galland, Adolf, Die Ersten und Die Letzten. Die Jagdflieger Im Zweiten Weltkrieg, Franz Schneekluth, Darmstadt, 1953, pp. 49, 193-232 & 328. Ver, el epílogo de Ángel Viñas en, Southworth, Herbert R., La destrucción de Guernica. Periodismo, diplomacia, propaganda e historia, Comares Historia, Granada, 2013, pp. 649-652.
11. Schüler-Springorum, Stefanie, Krieg und Fliegen. Die Legion Condor im Spanischen Bürgerkrieg, Ferdinand Schöning Verlag, Paderborn, 2010. El documento original se hallaba en Bundes-Archiv Zwischenarchiv Berlin-Hoppegarten, Archivos Federales Alemanes, Archivo intermedio de Berlin-Hoppegarten. Fue trasladado al archivo de Freiburg, Archivo Federal, Archivo Militar (Bundesarchiv-Militärarchiv). Una copia del documento, descubierto por Stefanie Schüler-Springorum, fue cedida al autor por Ángel Viñas.
12. El lector podrá encontrar una explicación ampliamente razonada del tonelaje total de bombas lanzadas que por motivos de espacio no puedo incluir aquí en la segunda edición de la obra: Irujo, Xabier, El Gernika de Richthofen: Un ensayo de bombardeo de terror, Gernikako Bakearen Museoa Fundazioa / Gernika-Lumoko Udala, Gernika, 2012, pp. 556-558.
13. Mathieu Corman, corresponsal de Ce Soir de París, mencionó siete aviones ametrallando Gerrikaitz al mediodía. También el periodista George Steer mencionó los ataques de los cazas, ya que ambos fueron víctimas del ataque de un Heinkel He51 aquella mañana del 26 de abril. Miembros de las familias Goitiandia y Gerrikabeitia, de Munitibar, me han confirmado que el ataque sobre Munitibar afectó a la parte más céntrica de la localidad, el cruce de caminos y la iglesia y la plaza frente a la misma. De acuerdo con el testimonio de los entrevistados, años después del ataque todavía eran visibles las cavidades provocadas por las bombas que lanzaron estos cazas.
14. Según Jesús Salas los dos Heinkel 111 atacaron en diferentes momentos. De acuerdo con este sistema, alrededor de las 18:00 un bombardeo Heinkel 111 escoltado por cinco cazas Fiat CR.32 dirigidos por Corrado Ricci bombardearon la ciudad. Sin embargo, es difícil explicar por qué los tres bombarderos italianos SM. 79 y los dos primeros bombarderos de la unidad experimental de Moreau volarían sin escolta mientras un único Heinkel 111 volaba escoltado por cinco cazas italianos.
15. Un Dornier Do17 podría transportar hasta 1.000 kg de bombas, es decir, 20 bombas de 50 kg. Algunas de las declaraciones más precisas de los testigos oculares registran el primer bombardeo a las 16:20 (algunos testigos mencionan las 15:20, probablemente porque no ajustaron sus relojes que debían haber adelantado una hora según el horario de verano). En, Cava Mesa, María Jesús; Silvestre, María; Arranz, Javier, Memoria colectiva del bombardeo de Gernika, Gernika Gogoratuz, Gernika-Lumo, 1996, p. 115.
16. Según la mayoría de los testigos del ataque, el primer bombardeo se llevó a cabo por dos Heinkel 111 y un único Dornier Do17 por separado, uno tras otro, no en una formación de a tres como los Junker Ju52 hizieron posteriormente.
17. El coronel Richthofen escribió en su diario de guerra que el escuadrón de bombardeo experimental atacó primero con tres aviones y el capitán Castellani, jefe de la unidad de cazas italianos 280, escribió en su diario de vuelo que vio a un solitario bombardero alemán no identificado regresar de Gernika después de haber bombardeado la ciudad por primera vez. Declaración del general Jesús Salas en, Villa, Imanol, Gernika, el bombardeo, Idem4 & Expressive S.L., Bilbao, 2008.
18. El informe firmado por el comandante de la Base Aérea italiana en Soria, teniente coronel Pilota, sólo alude a los bombarderos S.79.
19. De hecho, el capitán Castellani escribió que cuando estaban listos para bombardear vieron a un único aparato alemán –uno de los de la unidad de von Moreau– abandonando Gernika.
20. Las sucesivas oleadas de bombarderos alemanes despegaron de Burgos una vez que los italianos habían aterrizado en Soria. En consecuencia, los pilotos italianos de bombardero no fueron testigos presenciales de los bombardeos con proyectiles explosivos e incendiarios. El informe sobre el vuelo por el teniente Acorsi, uno de los pilotos italianos, menciona el aterrizaje de los bombarderos SM.79 en Soria a las 17:05.
21. Aparentemente los Messerschmitt BF109 fueron principalmente utilizados como servicio de escolta de los bombarderos mientras que los Heinkel He52 fueron principalmente utilizados para el ametrallamiento de personas en tierra. A pesar de ello, varios testigos oculares describen asimismo monoplanos (BF109) ametrallando a la población.
22. Obviamente no había sobrevivientes que ametrallar en el centro de la ciudad, ya en llamas, por lo que los cazas centraron sus ataques en los alrededores de la ciudad y en las áreas cercanas (atacando supervivientes ocultos en los bosques, campos, cabañas o cualquier otro tipo de refugio de las cercanías) ya que su objetivo era precisamente mantener a éstos dentro del perímetro de fuego. Esto es precisamente lo que testificó Mari Carmen Egurrola, testigo del bombardeo, al autor.
23. Schüler-Springorum, Stefanie, Krieg und Fliegen. Die Legion Condor im Spanischen Bürgerkrieg, Ferdinand Schöning Verlag, Paderborn, 2010. Ibid.
26. Según Castor Uriarte, arquitecto municipal de Gernika en 1937, el puente de Errenteria tenía exactamente 19,5 metros de largo y 9,5 metros de ancho. Uriarte, Castor, Bombas y mentiras sobre Guernica: acusa su arquitecto municipal cuando la guerra, Gráficas Ellacuria, Bilbao, 1976, p. 44.
27. Tal como hemos visto el lapso entre este ataque y la siguiente fase del bombardeo fue de cerca de hora y media, de aproximadamente 16:50 a 18:15.
28. Carta de Wolfram von Richthofen a Kindelán, firmada en Burgos a 9 de agosto de 1937. El Centro de Documentación del Bombardeo de Gernika de la Fundación Museo de la Paz de la localidad conserva una copia del informe de Richthofen. Lo recoge asimismo Villa, Imanol, Gernika, el bombardeo, Idem4 & Expressive S.L., Bilbao, 2008, p. 93.
30. Entrevista con Pete T. Cenarrusa en su casa de Boise (Idaho). Lunes 18 de abril de 2010, de 09:00 a 13:00. Puesto al día para el presente artículo en julio de 2013.
31. Por citar tan solo un ejemplo, el 22 de mayo de 1940, en las cercanías de Cambrai, los He123 atacaron con sumo éxito una unidad de 40 tanques franceses en movimiento, logrando impactos directos sobre varios de ellos y forzando la retirada de la unidad.
32. Lista de los aviones de la Legión Cóndor en abril de 1937. Pinna, Pietro, Relazioni del General Pinna, Salamanca, abril 17, 1937, p. 9. USAM, Busta 104, Fascicolo 8.
33. Kössinger, en una entrevista realizada por Marc Bassets para el rotativo catalán La Vanguardia, afirmó asimismo que los pilotos no sabían lo que estaban haciendo, que se trataba de información restringida y que fueron engañados por el estado Nazi. La Vanguardia, 24 de abril 24 de 2008.
34. Carta de Hans Henning von Beust, marzo 16, 1973, en, Maier, Klaus A., Guernica. La intervención alemana en España y el “caso Guernica”, Sedmay, Madrid, 1976, p. 156.
35. Ya en la década de 1960 la historiografía tardofranquista reconoció la realidad del bombardeo, subrayando que el general Franco no tuvo participación directa en los hechos y responsabilizando en exclusiva a la Legión Cóndor del ataque, lo cual ha dado posteriormente lugar a un vivo debate historiográfico.
36. Corum, James S., Wolfram von Richthofen. Master of the German Air War, University Press of Kansas, Lawrence, 2008, p. 92.
37. Gaskin, Margaret, Blitz: The Story of December 29, 1940, Houghton Mifflin Harcourt, Orlando (FL), 2006, p. 35.
39. Para información más detallada a este respecto ver, Irujo, Xabier, El Gernika de Richthofen: Un ensayo de bombardeo de terror, Gernikako Bakearen Museoa Fundazioa / Gernika-Lumoko Udala, Gernika, 2012, pp. 81-94.
41. Irujo, Xabier, El Gernika de Richthofen: Un ensayo de bombardeo de terror, Gernikako Bakearen Museoa Fundazioa / Gernika-Lumoko Udala, Gernika, 2012, pp. 95-97.
43. Salas, Jesús, Guernica, el bombardeo. La historia frente al mito, Galland Books, Valladolid, 2012, pp. 135 & 153.
47. Monks, Noel, “I Saw the German Planes Bomb Guernica”, Daily Express, martes, mayo 1, 1937, p. 10.
48. Irujo, Xabier, El Gernika de Richthofen: Un ensayo de bombardeo de terror, Gernikako Bakearen Museoa Fundazioa / Gernika-Lumoko Udala, Gernika, 2012, p. 269.
[…] un tren de combate aéreo)”, aclaró el historiador Xabier Irujo Ametzaga en su ensayo Naturaleza y lógica militar del bombardeo de Gernika de […]